viernes, mayo 21

Tristeza


  Éste era un mundo en donde todos los sentimientos y personalidades salían a la calle, conversaban, disfrutaban y hacían su vida como personas normales. Enojo con su aura y par de tenis color rojo, siempre salía a correr intentando romper su récord anterior de furia y cuando se atravezaban por su camino Inocencia , Paciencia y Alegría les gritaba "¡Siempre ustedes! Nunca me dejan romper mi récord..." a lo cual Alegría le respondía con una sonrisa "Y nunca te dejaremos XD" Dentro de todo, todos convivían de una manera amena, Melancolía siempre iba de la mano con Sufrimiento y Esperanza, por lo cual entre todos se compensaban y complementaban, la única que jamás salía de su casa era Tristeza. 
  Tristeza vivía en la más grande de todas las casas, era una verdadera mansión digna de superar todos los palacios que han existido, cosa que nunca sucedería, ya que debido al desorden de Tristeza y falta de ganas por limpiar, siempre parecía en vez de un palacio un calabozo. En las noches no podía dormir así que permanecía despierta hasta ver salir el Sol, conversando con sus pensamientos. Al salir el Sol iba a su sala de estar y veía tras la ventana como todos afuera de su prisión parecían tener un buen día... sólo una vez tuvo un contacto directo con Alegría y fue cuando Tristeza la observaba un poco con envidia y pena por sí misma, Alegría sintió su mirada y al mirar a Tristeza a los ojos, le dibujó una sonrisa taciturna, rara de ver en Alegría., ese día Tristeza no volvió a abrir las cortinas por miedo a volver a ver esa sonrisa que le causó un poco lo que Desesperación siempre decía sentir. "¡Sal Tristeza! Sal a charlar con nosotros y te sentirás mejor", siempre le decían los sentimientos que ella jamás reconocía. "¡No necesito salir!" siempre respondía...
  La dieta de Tristeza era singularmente extraña, cuando no observaba con disimulo a los demás afuera de su casa  ni conversaba con sus pensamientos de manera desganada, iba a su cocina, sacaba un poco de hielos y se los comía uno por uno. 
"Ustedes son como mis lágrimas, intentan quedarse quietas donde pertenecen, pero cuando sienten algo que es más cálido que ustedes cosa a la que nunca llegarán a ser, no pueden evitar caer y destrozarse"
  Así vivía Tristeza, su cielo siempre estaba nublado aunque su cuerpo lograra percibr los rayos del Sol de primavera, siempre llovía y aunque a casi todos en ESTE MUNDO les gustaba la lluvia, la lluvia de Tristeza daba una sensación que ninguna persona quisiera experimentar en su vida. Tristeza siempre detrás de la ventana, la única persona que la había visto a los ojos había sido irónicamente Alegría quien sintió una pena tan lastimera por aquella que se encerraba en donde todos los demás sentimientos llamaban  (después de que Tristeza se instalara): "La Prisión del Corazón". 
  ¿Saben por qué? Pues sencillamente porque esa casa está destinada al sentimiento preferido por el Corazón que habita ahí, y en los últimos meses, la elegida era Tristeza.
  Siguió pasando el tiempo hasta que Tristeza se asqueó del lugar donde se encontraba, de las cosas que los muros de esa casa le contaban que habían visto desde que Tristeza arrivó, estaba asqueada de ver que su presencia arruinaba y despedazaba al Corazón en el que vivía. Todo ésto la llevo a que una madrugada lluviosa y tormentosa, ella por fin saliera de la mansión, salió, se sentó en una esquina y deseó con todas sus fuerzas dejar de ser Tristeza, buscar una manera de salir de eso ...
"¡Quiero dejar ésto!¡Quiero salir!¡Quiero al menos una vez sonreír sin sentirme hipócrita!¡Ya no quie...", entonces una voz interrumpió su sollozo, era la voz de Alegría: "Es bueno que hayas salido"  Tristeza se quedó callada, miró de nuevo a Alegría a los ojos y después, no soportándolo más, bajó la mirada y dijo tímidamente "Sí" Entonces Alegría le dijo algo que Tristeza jamás hubiera esperado escuchar.
"No me gusta verte así, desde que te vi el otro día a los ojos, dicen que no soy la misma, dicen que mis ojos brillan más de lo normal, pero que mi sonrisa se ve opaca y yo apagada... ya no he salido a correr con Inocencia y Paciencia, ya no conversó tanto con los pájaros ni doy consejos a Desesperación... desde que te vi, siento algo, como que quiero hacer algo por ti, pero no sé si tu aceptes. Dicen que tú también estás rara...tú sabes los muros me lo han dicho, dicen que cada día tus deseos de salir crecen, y por lo que te escuché decir cuando vine a acompañarte ahora, me doy cuenta de que sin duda quieres dejar de ser Tristeza...yo puedo ayudarte"
  Tristeza que no había subido su mirada, ni dicho nada hasta ese momento, miró de nuevo a Alegría a los ojos estrenando la sonrisa que Esperanza le había regalo en la Navidad pasada "¿De verdad? ¡Por favor! Explícame cómo..." Alegría fue breve y fue al grano cerrando los ojos al hablar: "Cambiemos de papel"
  Tristeza no pudo decir nada más después de eso y Alegría concluyó: "No somos diferentes tú y yo, en realidad somos muy parecidas, yo estaré bien siendo Tristeza y tú siendo Alegría, si te das cuenta ninguna de las dos existiría de no ser por la otra, si tú no me hubieras visto a los ojos, no te hubieras sentido tan mal, no te hubieras dado cuenta de lo que Tristeza significa y si yo no te hubiera visto a los ojos, no hubiera podido disfrutar de ver a un arcoiris en mi cielo sin haber visto en tus ojos la tormenta más oscura. Además este cambio le vendrá bien al Corazón de la mansión, porque así conmigo o contigo adentro, siempre sabrá valorarnos a ambas, sin momentos dolorosos, no disfrutaría los buenos momentos. Entonces dime, ¿aceptas?
  Tristeza asintió y justo en ese momento, dejó de llover, todo el cielo estaba lleno de arcoiris, los sentimientos salieron y al ver a Tristeza y Alegría tomadas de la mano, ya no sabían quién era quién pero ambas juntas se veían felices, se veían dispuestas a curar al Corazón que estaba enfermo, y desde ese momento vivieron por siempre juntas y de la mano, esperando ansiosas la tormenta para escuchar las gotas de lluvia y el Sol para ver juntas los colores del cielo .
   

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